domingo, 24 de noviembre de 2013

FAMILIA Y TDAH. Como padre/madre ¿qué puedo hacer?

"Malas noticias, seguro que son malas noticias. De lo contrario, no se habrían reunido tantos profesionales con nosotros. Se han debido de dar cuenta. Este hijo mío....¡es que no para! ¡y ahora también en el colegio! 

......¿Cómo dice? ¿Qué quiere evaluar a mi hijo?" 


¿Y ahora qué?  Ahora empieza todo....





Lo primero es darse cuenta....ser conscientes...asumir. Los padres son un pilar fundamental en la educación de un niño. Son quienes deciden comenzar las gestiones pertinentes. Y esta decisión comienza con la autorización para comenzar a realizar la evaluación psicopedagógica. Esta es una de las primeras implicaciones que van a tener los padres, después llegaran otras, ni más ni menos importantes, sino simplemente necesarias. 

Es una primera fase en la que se conceptualiza y describe la situación actual, aportando información relevante para la intervención que requiere cada caso.


Hay un aspecto fundamental en la interveción con un alumno TDAH y es la implicación de la familia en todo el proceso educativo. Por ello, resulta prioritario llegar a unos acuerdos de colaboración entre todas las personas relacionadas con el niño o, mejor dicho, en el contexto del niño. Reconocer la parte de responsabilidad y poner manos a la obra parte de una comunicación y confianza mutua. Que cada uno cumpla con sus responsabilidades para que todo el proceso funcione.  Para ello, es necesario compartir la información de la manera más clara y sencilla, compartir las inquietudes, compartir las necesidades  y problemas que vayan surgiendo, con el fin de resolverlos de forma óptima.



Ni el colegio es una casa, ni la casa es un colegio. Son dos ambientes bien diferenciados, con actividades completamente distintas en los que se pueden trabajar los mismos objetivos con los recursos de los que disponemos. He ahí una conclusión fundamental. Si nuestro interés es el trabajo de la planificación, en el colegio expondremos y organizaremos, por ejemplo, las tareas; pero en casa, nos prepararemos el planning de la tarde, incluyendo deberes, juegos, merienda,...etc. Si el objetivo es el establecimiento y mantenimiento de unos límites claros, tanto en casa como en el cole, serán distintos, pero no dejarán de ser límites.




El entrenamiento a padres en habilidades para el manejo y control de la conducta de sus hijos es útil para la convivencia diaria, ya que, con frecuencia, las relaciones familiares se encuentran muy dañadas y en ellas a menudo se instauran patrones de interacción coercitivos, en los que las continuas conductas negativas de los niños se refuerzan por los propios padres cuando acaban transigiendo ante éstos por diversos motivos, ya sea por incongruencia o falta de perseverancia, por dejarse llevar por su propio estado de ánimo, o simplemente por el estrés que les genera un enfrentamiento más con el niño.
Estos programas están diseñados para mejorar el estilo parental y la interacción padre-hijo, e incrementar la coherencia y consistencia del proceso de socialización del niño dentro del hogar. Se centran en la modificación de la conducta del hijo y en el incremento de la comunicación y mejora de la relación padres-hijos. Se enseña a los padres a establecer reglas, dar normas claras, negociar acuerdos y reducir o eliminar las reprimendas verbales; también aprenden a utilizar el refuerzo positivo para incrementar las conductas más adaptadas.
 
 

Se sabe que los trastornos del comportamiento disruptivo tienden a la cronicidad, que los tratamientos breves no funcionan, y que no existen "soluciones fáciles y rápidas". La mayoría de las veces presentan múltiples áreas de su funcionamiento alteradas y comorbilidades, por lo que se requiere un tratamiento multidisciplinar de al menos varios meses de duración. La intervención precoz aumenta la probabilidad de éxito. El tratamiento debe ser individualizado para cada paciente y cada familia, y es indispensable comenzar con objetivos realistas y a corto plazo, para ir avanzando progresivamente.

Es importante resaltar que el trastorno no se debe a las capacidades educativas de los padres, pero, si estas capacidades son escasas o se aplican de forma inconsistente e incoherente, los síntomas y conductas alteradas se mostrarán con mayor frecuencia e intensidad. En todo caso, hay que evitar que los padres se sientan culpables, y propiciar su motivación para que aprendan y apliquen las técnicas del programa.

Uno de los programas de entrenamiento a padres empleados habitualmente es el desarrollado por Barkley en 1987. El planteamiento de este programa se centra en cuatro puntos clave:
  • Aprender y ejercer un adecuado manejo y control conductual a partir de las consecuencias.
  • Insistir en el uso de las consecuencias reforzantes, evitando el uso intensivo e indiscriminado del castigo.
  • Aprendizaje de los padres de las habilidades necesarias para la adecuada administración de recompensas, dar órdenes eficaces, anticipar posibles situaciones conflictivas y planificar la manera más eficaz de afrontarlas.
  • Adaptar el programa a las características de los padres, de los niños y de los problemas infantiles que se produzcan.
 
 
PRINCIPIOS PARA MEJORAR EL COMPORTAMIENTO

Proporcionar consecuencias inmediatas al buen o mal comportamiento
Cada vez que se repiten cuatro o cinco veces los mandatos antes de emprender una acción contra la desobediencia del niño, él está ganando terreno, aunque sólo sea temporalmente. Para él no es importante si a la larga tendrá que acabar haciendo lo que se le manda, él piensa que sus evasivas o su resistencia funcionan, aunque sólo sea temporalmente, ganando cada vez más tiempo. De la misma forma, si antes de recibir la aprobación tiene que repetir muchas veces una conducta positiva, la próxima vez no malgastará sus energías.

Proporcionar consecuencias específicas
  • Los niños aprenden a comportarse a partir de la información que reciben: "¿cómo puedes ser tan malo?" (con este tipo de reacciones sólo se consigue confundirle y desanimarle) o "me vas a matar a disgustos" (el niño no va a obedecer o cooperar más por oírlo y hace que ambos perciban la situación peor de lo que realmente es). 
  • Las consecuencias que se impongan al mal comportamiento deben ser proporcionales a la gravedad de éste.
  • No hay que responder a las transgresiones como una acumulación de acontecimientos, sino como hechos aislados unos de otros y, por supuesto, no dejarse llevar por el propio estado de ánimo.
  • Si se reacciona de forma exagerada a una mala contestación porque durante toda la semana ha estado haciendo lo mismo, no se estará enseñando al niño que a cada tipo de conducta le corresponden determinadas consecuencias. Sin esta información, el niño no puede construir un patrón previsible de acción y reacción en el que basarse.
Proporcionar respuestas consistentes
  • Las pautas de educación imprevisibles crean inseguridad en cualquier niño.
  • Un estilo educativo indiscriminado puede provenir tanto de la aplicación intermitente de disciplina, como de las inconsistencias entre los estilos de ambos padres o de la variabilidad de las reglas en diferentes momentos o situaciones.
  • Los niños con problemas de conducta reciben continuamente la desaprobación de los que le rodean, de modo que un paso previo para mejorar su conducta será prestar atención a lo positivo, no sólo a lo negativo.
  • Los niños que no reciben aprobación por sus esfuerzos positivos (por muy pequeños que éstos sean) se desaniman y los abandonan rápidamente.
Aplicar programas con incentivos antes de recurrir al castigo
  • No hay que utilizar ningún tipo de castigo hasta que se haya establecido un programa específico para premiar las conductas específicas que deben reemplazar a las negativas.
  • Está demostrado que el castigo de conductas negativas pierde toda su fuerza si no va acompañado de incentivos para las conductas positivas.
 
Anticipar y hacer un plan para contrarrestar la mala conducta
  • La planificación es especialmente importante cuando el mal comportamiento puede incomodar a más gente, por ejemplo, en lugares públicos.
  • Se trata de elaborar un plan en el que primero se utilicen los incentivos, y sólo después los castigos, para establecer las condiciones para el buen comportamiento.
 

Pautas que se deben seguir
  • Establecer reglas de conducta de forma clara, específica y concreta, repitiéndolas tantas veces como sea necesario.
  • Hablarle con calma y respeto.
  • Señalarle la falta cometida, pero sin ofenderlo ni humillarlo; de este modo le ofrecemos un modelo de conducta aceptable.
  • Por difícil que sea, el adulto debe manejar la situación conflictiva con calma y autocontrol, excluyendo el coraje. El adulto que se dirige a un niño con coraje porque se ha portado con agresividad le está prohibiendo que actúe como él mismo lo está haciendo, lo cual resulta incongruente e ilógico.
  • Hacer todo lo posible por evitar tener confrontaciones con niños violentos. La confrontación o pelea da lugar al coraje sin límite, y se facilitan las ofensas e insultos. Además, quien pelea con estos niños se pone a su altura e incurre en el error que está tratando de erradicar.
  • Resaltar sus logros, habilidades y cualidades positivas antes que exponer sus debilidades y deficiencias.
  • Cuando criticamos, caemos en la acusación, lo cual nunca conduce a desenlaces positivos ni ayuda a solucionar el problema; sólo nos referimos a lo que está mal en lugar de ofrecer alternativas adecuadas a la situación concreta.
  • Los niños oposicionistas desafiantes sufren trastornos emocionales y cognitivos que les dificultan manejar la frustración. Las acusaciones no les ayudan a superar estos trastornos y suelen tener el efecto de reencontrar su resentimiento y de provocar explosiones emocionales. Por el contrario, si se nombran sus fortalezas y cualidades positivas, se les está ayudando a revalorizarse como personas.
En los problemas de conducta hay múltiples factores determinantes. El tratamiento tiene que combinar e integrar intervenciones dirigidas tanto al niño como a la familia: los programas de entrenamiento a padres, el entrenamiento en la resolución de problemas, las intervenciones psicopedagógicas y el tratamiento farmacológico.

Los cambios no se producen con la rapidez que todos desearían, porque las actitudes y hábitos de relación que han de cambiar suelen estar muy fijados.





Técnicas para aumentar conductas positivas
  • Economía de fichas.
  • Contrato de contingencias.
  • Reforzamiento positivo.
  • Reforzamiento negativo.
  • Principio de Premack.
Técnicas para disminuir y eliminar conductas negativas
  • Extinción.
  • Tiempo fuera.
  • Sobrecorrección.
  • Reforzamiento de conductas incompatibles.
  • Costo de respuesta.
  • Reforzamiento diferencial de tasa baja.
  • Reforzamiento diferencial de otras conductas.
  • Reforzamiento de conductas alternativas.
  • Economía de fichas.
  • Saciedad y práctica negativa.
  • Castigo.
Procedimientos para mantener conductas positivas adquiridas
  • Reforzamiento intermitente: intervalo fijo, intervalo variable, razón fija, razón variable.



Las familias, además, deben sentirse arropadas y comprendidas, teniendo acceso a instituciones, asociaciones o fundaciones donde acudir y donde compartir sus experiencias, entrando en contactos con otras familias en su misma situación.



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